lunes, 2 de junio de 2008

Eric Ragnor Sventenius

Hemos de remontarnos a casi doce años atrás, al año 1952. El señor Sventenius vive en la región del Puerto de la Cruz, donde trabaja para el Jardín Botánico de la isla de Tenerife. Tiene un puesto especial dependiente del Ministerio de Agricultura. A Tenerife había llegado hace más de 20 años, después de haberse formado en diversas universidades europeas, así como en la Estación de Blanes, en Barcelona, con cuyo motivo hace íntima amistad con el Abad Mitrado de Montserrat, también gran aficionado a la Botánica y persona, al igual que Sventenius, de gran cultura humanística.
La gran idea de toda la vida de Sventenius es crear un Jardín Botánico de flora canaria, no en balde la ha estudiado a fondo, continuando la labor que hace dos siglos inició el gran Viera y Clavijo.Como resultado de estos profundos estudios de la flora canaria, islas donde existen especies que no se encuentran en ninguna parte del mundo, se va conociendo en los medios científicos mundiales el incalculable valor de nuestra botánica. Sventenius no se contenta con sus propios estudios, sino que desempolva los efectuados por insignes botánicos que visitaron las islas, más o menos sin pena ni gloria, dando así al mundo una noticia que, como agradecimiento, las Islas Canarias, rinden a esos botánicos. En todos los congresos que se celebran en el mundo sobre botánica, siempre hay algo nuevo que viene respaldado por el nombre de las Islas Canarias y siempre es el mismo hombre el que lee o expone, con documentadísimos estudios, tan interesantes trabajos. Se inicia, como consecuencia de todo esto, una afluencia de científi cos a Canarias, especialistas en distintas ramas de la botánica, quienes en sus cuadernos de notas traen siempre plasmado el nombre de Sventenius. Como no son personajes de la política, siempre fugaz, pasan por las islas casi imperceptiblemente, pero vienen además a estudiar. Traen grandes equipos técnicos y personal, laboratorios portátiles, con los mejores microscopios y aparatos para herborizar o coleccionar insectos, acampan en las Cañadas del Teide (Parque Nacional) o incluso en Tamadaba o los Tilos de Moya. Todos estos científicos pasaban primero por el Maestro en Flora Canaria, quien les orientaba con sus grandes conocimientos de la flora y del terreno.
Viene Sventenius a Gran Canaria y acepta el cargo de crear el Jardín Canario en nuestra isla, isla que también es de él, pues la conoce como nadie sería capaz de hacerlo, esto dicho sin exageración ni crítica para nadie. Hay quien la conoce por sus aficiones de cacería, montañismo o simple curiosidad sana de conocer su isla, pero Sventenius la tiene cuadriculada buscando en cada metro una planta que no esté clasificada.

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